El manuscrito Lindsay es un rollo de pergamino datado a
mediados del siglo I d.c. en el que un grupo de discípulos muy
unidos a Jesús se comprometen a guardar silencio acerca de su
entierro “en el otro confín del mundo”.
En él afirman que cuando bajaron a Jesús de la cruz no
estaba muerto sino desmayado. Entonces lo ocultaron y sanaron sus
heridas.
El manuscrito fue firmado, o más bien marcados ya que
la mayoría de ellos no sabían escribir, por diecinueve personas:
María, la Madre de Jesús, los doce apóstoles, las santas mujeres:
María de Magdala, María Salomé, María Cleofás y María de
Betania, y los santos varones: José de Arimatea y Nicodemo. Por esta
razón se le ha denominado también manuscrito XIX.
Según el Lindsay Jesús vivió veinte años más
después de su descendimiento de la cruz y a su muerte se le
encomendó a uno de sus apóstoles preferidos, Santiago el Mayor, que
lo enterrase “en el otro confín del mundo”.
El
otro confín del mundo, visto desde Palestina, podía ser el Ponto
Euxino o Hispania, decidiéndose Santiago por esta última; en primer
lugar porque la conocía al haber estado evangelizándola1
poco después de la crucifixión de su Maestro, y en segundo porque
el traslado del cuerpo de Jesús era más fácil de realizar por mar
que por tierra.
Se embarcó Santiago con el cadáver de Jesucristo y,
tras cruzar las columnas de Hércules, llegó a la desembocadura del
Betis y lo remontó hasta llegar a Híspalis, una desconocida ciudad
de la Bética, la provincia más meridional de Hispania, donde lo
enterró.
El manuscrito fue, como es lógico, muy celosamente
guardado, pero con la caída de Jerusalén en poder de los romanos
en el año 70 d.c. se le pierde la pista, y no vuelve a aparecer
hasta alrededor del año 590 d.c. en el monasterio servitano2
de Ercávica, en el reino visigodo de Toledo. Allí, el abad del
monasterio, Rodrigo de Osuna, guardó con muchísimo cuidado en el
arcón de su celda el pergamino con las firmas y las marcas de los
diecinueve. Son tiempos muy revueltos; es la Alta Edad Media, e
Hispania ha sido invadida por cuatro pueblos germánicos: alanos,
suevos, vándalos y godos del oeste, más conocidos como visigodos.
En el año citado, los visigodos son los dueños y señores de casi
toda Hispania, con la excepción de la Gallaecia, ocupada por los
suevos.
Los
visigodos, de religión arriana3,
fueron siempre muy respetuosos con los sacerdotes y monjes católicos,
debido a que la mayoría de sus súbditos eran católicos, y el
intentar imponer el arrianismo como religión de todo el reino podía
dar lugar a levantamientos que de ningún modo deseaban que se
produjeran. Por este motivo el abad Rodrigo pudo guardar el Lindsay
sin interferencias de ningún tipo.
Rodrigo, consciente de que dada su avanzada edad se
hallaba ya muy próxima la hora de su muerte, confió en Adso de
Meck, un monje servitano inglés, muy joven, que se hallaba de paso
en Ercávica, para hacerle depositario del manuscrito.
Adso se encontraba en el monasterio servitano de paso a
la Tripolitania, donde se le había encargado que viese al abad de un
monasterio de Leptis Magna para una misión que le encomendara su
superior del monasterio servitano de Londinium. Cuando lee el manuscrito no da crédito a lo que contiene y piensa que todo es obra del diablo. Su
primera intención es destruirlo, pero el viejo Rodrigo le hace
prometer que lo llevará consigo a Leptis Magna y luego a
Londinium, y que lo defenderá con su vida si fuese preciso. Adso no
tiene más remedio que cumplir el deseo de Rodrigo debido a su voto
de obediencia.
En Leptis Magna se pierde de nuevo la pista del
manuscrito y no se sabe si Adso lo llevó allí o lo perdió.
* * *
En una isla del lago de Van, al este de la actual
Turquía, se halla la iglesia armenia de Aght'Amar, regida por monjes
armenios que rechazaban los dogmas de la iglesia ortodoxa de
Bizancio.
Sometidos a la dominación musulmana tenían, no
obstante, libertad de culto, al igual que ocurría con los monjes
servitanos en la Hispania visigoda.
El abad de la comunidad era Metodio, y un buen día
llegaron al monasterio tres hombres a caballo que pidieron hablar con
él.Ruinas romanas de Leptis Magna
- Te traemos un manuscrito que debes guardar pero que no podrás leer pues ello llevaría a la destrucción de la Iglesia.
Metodio lo guardó en su misma celda, al igual que
hiciera Rodrigo de Osuna, pero la curiosidad pudo más que su promesa
e intentó leer el manuscrito, aunque no pudo hacerlo por estar
escrito en arameo.
Aprovechando la estancia en su monasterio de Cirilo, que
había evangelizado a los maravos y los búlgaros, le hizo entrega
del Lindsay.
De nuevo, no sabemos qué pasó con él, pero en el
siglo IX nos lo encontramos cruzando el Danubio y el Dniéster, en
poder de los Caballeros Portaespadas de Lituania. Al general en jefe
de éstos, Oleg, dueño y señor de Kiev en el sur, y de Novgorod en
el norte, un guerrero varego, esto es, vikingo y pagano, que adoraba
a dioses como Yarilo, el Sol, o Volos, dios de las bestias y de las
gallinas, le traía sin cuidado el manuscrito que había encontrado
en Kulivovo, a orillas del Don, siendo además imposible de leer por
la misma razón que a Metodio.
Pero volviendo atrás, debemos decir que Cirilo sí pudo
leerlo. Reputado lingüista, amén de predicador, creó el alfabeto
que lleva su nombre, el alfabeto cirílico, para evangelizar más
fácilmente a rusos, macedonios, serbios y búlgaros.
La lectura del manuscrito por Cirilo no tuvo mayor
importancia. Lo tomó por una falsificación pero, eso sí, mandó
guardarlo en una filacteria orlada para preservarlo mejor.
Al morir Oleg, su cuerpo fue depositado en un drakkar e
incinerado.
A pesar de que ordenó que el manuscrito ardiera con su
cuerpo, otro general varego, Sviatoslav, nieto de Oleg, lo guardó,
pero al poco tiempo murió en una emboscada que le tendieron los
pechenegos.
Se cree que el Lindsay cayó en manos de este pueblo,
que lo vendieron a unos peregrinos cristianos que iban a Santiago a
adorar el cuerpo del hermano de Jesús y evangelizador de Hispania.
Este grupo de peregrinos de Zagorsk, ciudad vecina de Moscú,
llegaron a Saint Gilles du Gard, al suroeste de Francia, y por Tolosa
entraron al camino francés que se iniciaba en Puente La Reina. Una
vez en él, y atravesado Burgos y León, llegaban a Santiago del
Campus Stelae.
Sin saber que contenía el manuscrito - una vez más lo
salva la barrera lingüística - lo depositan a los pies del sepulcro
de Santiago y aquí volvemos a perder su pista.
* * *
Volvemos
a encontrarnos con él en uno de los reinos ingleses de la
Heptarquía4,
el reino de Lindsey. Su rey, Beda, encuentra el manuscrito en una
habitación poco usada de su palacio y al leerlo decide destruirlo,
pero el reino de Lindsey es atacado por el de Wessex, otro reino de
la Heptarquía y Beda muere en el asedio a su castillo. Vuelta a
empezar con la falta de noticias sobre el manuscrito.
El Lindsay no vuelve a aparecer hasta la III
Cruzada, en la que un oficial de Ricardo Corazón de León, el rey
Ricardo I de Inglaterra, lo encuentra en un sótano del Krak de los
Caballeros y lo lleva ante su rey para que él decida sobre su
suerte.
Ricardo
resuelve posponer su decisión y lo lleva consigo a su castillo de
Inglaterra. Ante la tortuosa situación política de su país, ya que
su hermano menor, Juan, intenta arrebatarle el trono, Ricardo guarda
el manuscrito en un arcón de su aposento. Allí permanece durante
varios siglos, hasta que Cromwell5,
uno de los responsables de la decapitación del rey Carlos I, lo
encuentra de
forma fortuita.
Cromwell, fanático religioso, de religión puritana, al
conocer el contenido del Lindsay también dispone destruirlo, pero
antes de que lo hiciera – otra vez se vuelve a salvar el Lindsay
por puro azar – muere en 1658, por una complicación de cálculos
renales con malaria,.
El pergamino vuelve a desaparecer y no se vuelven a
tener noticias de él hasta poco después del triunfo de la
Revolución Francesa.
Con
el triunfo de ésta van llegando por oleadas a Inglaterra grupos de
aristócratas franceses que huyen del rigor revolucionario. En 1795
un grupo de ellos, aficionados a la astronomía, se dedican a la
búsqueda de una estrella perdida a la que llamaban Selena y un
planeta entre las trayectorias de Marte y Júpiter que desvelaría el
secreto de la armonía del sistema solar6.
Mientras ellos se dedican a sus observaciones del cielo,
el poderoso ejército republicano había
invadido el continente y se disponía a atacar las
costas británica.
Un miembro del grupo, Guy de Montpellier, afecto de una
extraña enfermedad mental, salía algunas noches, y cada vez que lo
hacía moría una prostituta. Al mismo tiempo, el gobierno inglés
sospechaba que entre el grupo de aficionados a la astronomía había
uno o varios espías que mandaban información a los revolucionarios franceses
sobre objetivos militares ingleses7.
La investigación de la trama de espionaje se le encarga a
un viejo y experimentado policía, Jonathan Absey. En el transcurso
de su investigación, Absey llega al castillo donde Ricardo Corazón
de León
escondió el pergamino XIX y, casualmente, da con él.
Cómo sus intereses eran únicamente encontrar al espía francés,
entrega el manuscrito a Gerald de Osborne, un alto cargo del
Ministerio del Interior quien, comprendiendo de inmediato su
importancia, lo guarda en su caja fuerte.
¿Cómo salió el Lindsay de la caja fuerte de Osborne?
La primera hipótesis es que sus herederos lo venden, a
muy buen precio, a Francisco de Asís y Borbón, marido y primo de
Isabel II, quien lo regala a los monjes cartujos de Cazalla de la
Sierra, a sabiendas de que su voto de silencio les impediría hablar
del mismo, pero en 1836, el Ministro de Hacienda, Juan Álvarez
Mendizábal, inicia la desamortización, una política de
nacionalización de los bienes eclesiásticos inspirada en la
Revolución Francesa que propició la venta masiva de propiedades
religiosas. Las ventas no llegaron al monasterio cartujo de Cazalla
debido a que los moderados, en 1844, las pararon. Sin embargo, en
1855, el nuevo titular de Hacienda, don Pascual Madoz, impulsó otra
vez la desamortización general de los bienes comúnmente llamados de
“manos muertas”, pero no sabemos qué ocurrió con el Lindsay,
del que no hay constancia alguna en ningún inventario de que fuera
vendido.
Pero hay una segunda hipótesis: Al ser detenido Guy de
Montpensier, acusado de la muerte de dos prostitutas, éste compra a
Osborne el Lindsay.
Mientras tanto, en su país, la Revolución cambia de
rumbo el 9 de termidor del año II (27/7/1794).
La Convención decreta la detención de Robespierre y
sus cómplices. Al día siguientes son ejecutados Lebas, George
Couthon, Hauriot, Agustin de Robespierre - hermano menor de
Maximilien de Robespierre, por lo que era llamado el Joven, - y el
mismo Maximilien de Robespierre.
La Convención termidoriana liquida el predominio
jacobino y da paso a un Directorio de cinco miembros que, amenazado
por una insurrección realista en París el 5 de octubre
(vendimiario) de 1795 fue salvado por un joven general llamado
Napoleón Bonaparte, quien da un golpe de estado el 18 de brumario y
acaba con la época de la Revolución en Francia e inaugura el
Consulado.
El verdadero dueño de la situación no es otro que
Napoleón, que se hace nombrar Primer Cónsul mediante un plebiscito.
Estamos ante el triunfo definitivo de la burguesía.
Bonaparte se casa con Marie Josephe Rose Tascher de la
Pagerie, llamada Josefina, el 9 de marzo de 1796. Criolla de la
Martinica, viuda del vizconde Alexandre de Beauharnais y madre de dos
hijos, Eugenio y Hortensia; frívola, infiel, de encantos algo
marchitos y sin darle ningún hijo a Bonaparte, a pesar de todo ello
Napoleón se enamoro de ella y se casaron.
Con este matrimonio, Napoleón pudo introducirse
definitivamente en la alta sociedad parisiense.
En 1802, Napoleón normaliza sus relaciones con Gran
Bretaña mediante la Paz de Amiens, en marzo de 1802.
Este era el momento esperado por los nobles refugiados
en Gran Bretaña para volver a su país, entre ellos Guy de
Montpensier, quien había sobornado a funcionarios de prisiones para
que le dejaran en libertad y pudiese regresar a su país.
Este aristócrata, astrónomo y asesino de prostitutas
hubiera sido diagnosticado por la medicina de nuestros días como
bipolar de tendencias esquizoides, amén de epiléptico, pero dado su
status de nobleza se le consideraba tan sólo, un excéntrico.
Había trabado amistad con Josefina poco antes de
empezar la Revolución, en La Martinica, cuando ella contaba tan sólo
con quince años. Mantuvieron una tórrida relación hasta que ella
se casó con el Vizconde de Beauharnais.
Es a su vuelta a Francia en 1802 cuando Guy pide cita
con Josefina y le muestra el Lindsay.
Josefina muestra gran interés por el manuscrito y lo
compra por una más que importante cantidad. Se lo ofrece como regalo
a Napoleón, explicándole de que se trata.
Napoleón no muestra el menor interés por él, y
comenta que si Cristo murió o no en la Cruz es algo que sólo
preocupa a aquellos que no vieron con sus ojos los terrores de la
Revolución.
No sabemos que ocurrió aquí con el Lindsay.
Bien en manos de Josefina Bonaparte, de Francisco de
Asís o de los cartujos del monasterio de Cazalla de la Sierra, su
pista se pierde.
* * *
Pasan unos cien años, estamos ya en 1898, y el gobierno
inglés llega a la conclusión de que ningún lugar es seguro para
custodiar el Lindsay. Toma entonces la paradójica decisión de
encargar la venta del mismo a sus servicios secretos, dándole
instrucciones para que lo hicieran a alguien que se comprometiera a
guardarlo.
Pero no se encuentra ningún comprador. En esa época
nadie está interesado en un manuscrito que, con toda seguridad, debe
ser falso. En esos momentos, el manuscrito es robado bajo las
mismísimas barbas de Scotland Yard, que no puede hacer otra cosa que
darlo por desaparecido.
En 1913, nadie sabe cómo, aparece en la tienda de un
anticuario neoyorquino, Peter Lindsay Hoggs, quien al estallar la
Gran Guerra decide venderlo por su falta de fondos. El anticuario
alemán Joel Ascher, residente en Nueva York, lo compra por 5000
dólares. En 1929, con el estallido de la Gran Depresión, marcha a
Europa y abre una tienda en Berlín, pero en 1933, tras ganar unas
elecciones democráticas, los nazis llegan al poder.
Las SS y las SA asolan todo Berlín, destruyendo los
establecimientos judíos, quemando sus comercios con todos sus
enseres y llevando a sus propietarios a los campos de concentración
que estaban construyendo por toda Alemania sin que el resto del mundo
supiera nada de esta atrocidad. Y éso, cuando no los mataban directamente de un tiro en
la frente.
Ascher, consciente de la importancia del Lindsay, como
ya empieza a ser llamado, sabiendo que tiene parte de sangre judía,
aunque siendo hombre de profundas convicciones cristianas, se lo
entrega bajo promesa de que lo custodiaría hasta con su vida si
fuera preciso, a otro anticuario alemán, Wim Engels.
El 1 de septiembre de 1939 los nazis invaden el pasillo
de Danzig, comenzando así la Segunda Guerra Mundial. Engels es
movilizado y enviado al frente.
El 7 de mayo de 1945, Alemania se rinde, acaba la guerra
en Europa y Engels puede volver a Berlín, donde se encuentra con que
su tienda había sido destrozada por un bombardeo aliado, así como
todas sus pertenencias. Lógicamente, lo que más le preocupaba era
el manuscrito lindsayés.
Engels, con su tesón alemán, vuelve a montar otro
negocio, esta vez de artículos religiosos.
Curiosamente, el Lindsay no vuelve a aparecer hasta
1968, en el Quartier Latin de París y más concretamente, en la
librería “La joie de lire”, en medio de la vorágine del mayo
francés.
La
revuelta en Francia es generalizada. El 22 de marzo de 1968 los
estudiantes crean el movimiento 22 de marzo. La tensión aumenta a
partir de entonces. El 3 de mayo la policía cierra la Sorbona y
aquella misma noche estallan los primeros enfrentamientos con
intervenciones salvajes de las C.R.S.8
El 28 de
mayo había nueve millones de trabajadores en huelga, pero éstos
volvieron pronto a sus trabajos ante las mejoras conseguidas por las
negociaciones de sus sindicatos y el movimiento estudiantil
se deshinchó en julio.
“La
vacuidad de los grandes valores procede del valor de las largas
vacaciones”, escribían en las paredes de Estrasburgo los jóvenes
airados.
Ningún
participante del mayo tuvo la menor noticia del descubrimiento del
Lindsay, a pesar de que “La joie de lire” era la librería
emblemática del movimiento.
La policía científica acude a la librería nada más
tener noticia de que allí se encontraba el XIX, se apodera de él y
comunica al gobierno su descubrimiento. Rápidamente, como aves de rapiña, el
Ministerio de Cultura, el del Ejército y el de Interior quieren el
manuscrito para sí. Al final, por decisión del Presidente de la
República, Charles de Gaulle, al leer el manuscrito y darse cuenta
de su gran valor, envalentonado por haber sofocado la revolución de
mayo, toma inmediatamente la decisión de encerrarlo en una caja de
seguridad de la cámara acorazada del Banco de Francia.
Pero Mayo aún coleaba, y llevaba su lucha hasta a sus
enemigos. Un importante funcionario del Banco de Francia, Gilles
Mauriac,La cultura es lo más importante intrigado por el sigilo que
rodeaba la caja de seguridad 666, la abre tomando todo tipo de
cautelas y encuentra la filacteria que encierra el Lindsay. La
esconde en su gabardina y se la lleva a su casa.
El tal Mauriac era un redomado fascista, antiguo miembro
de la O.A.S. Y uno de los futuros fundadores del Front National de Le
Pen.
Al tener el Lindsay en su poder toma el tren para
Madrid, donde se cita con Fernando María Castiella, ministro de
Asuntos Exteriores del gobierno de Franco y le muestra el Lindsay,
indicándole su contenido.
Castiella, profundo católico, monta en cólera y toma
la decisión de que esa bomba no puede estar en manos de De Gaulle.
Mauriac exige que se llame a Blas Piñar, fundador de la
recientemente creada Fuerza Nueva.
Todo esto llega a oídos de don Manuel Fraga Iribarne, a
la sazón Ministro de Información y
Turismo, y padre de la nueva Ley de Prensa.
A partir de aquí todo es un guirigay hasta que el
asunto llega al Palacio de El Pardo.
El general Franco entra a saco en el tema y hace llamar
a don Ramón Menéndez Pidal para que traduzca el manuscrito, o
indique quién lo puede hacer. Menéndez Pidal aconseja a don Juan
Blanco, profesor de Lenguas Muertas de la Complutense, emparentado
lejanamente con el escritor heterodoxo y sevillano José María
Blanco-White.
Aquello deja a todos sin habla: Jesús no muere en la
Cruz, vive maritalmente con la Magdalena en Gosen durante veinte años
y es enterrado por el Apóstol Santiago, evangelizador de España, en
Sevilla. Todo ésto supondría la hecatombe de las Iglesias
Cristianas.
- A no ser que sea falso.- exclama de repente el Caudillo.
Se le hacen pruebas de todo tipo: C14, pólenes,
tinta... todas confirman que el manuscrito es de mediados del siglo I
d.c. Si es una falsificación lo será su contenido, pero el
pergamino se corresponde con la época en que dice haber sido
escrito.
Cuatro inspectores de la Brigada Político-Social son
encargados de llevarlo a la cámara acorazada del Banco de España.
Franco tiene en su poder una bomba capaz de destrozar
2000 años de historia.
Pasan los años, muere Franco, se instaura la democracia
en España y en 1982 llegan al poder los socialistas. Nadie sabe
cómo, pero llega a oídos del Vicepresidente del Gobierno Español,
don Alfonso Guerra, la existencia del Lindsay y se persona en la caja
de seguridad que lo contiene para verlo. Admira la filacteria y sus
orlas y saca el manuscrito. Acompaña a Guerra el mismo don Juan
Blanco que tradujera el manuscrito a Franco hacía ya catorce años.
Aparecen los cuernos diabólicos de Guerra y decide
publicarlo, pero el asunto llega hasta el Presidente del Gobierno,
don Felipe González, mucho más sensato que Guerra y pide, otra vez
en la historia del Lindsay, guardar cautelas.
El inconveniente legal de todo este asunto es que el
Lindsay es propiedad del gobierno francés.
Los Ministros de Asuntos Exteriores de Francia y de
España se entrevistan y conciertan una reunión al más alto nivel
entre González y François Mitterrand.
El Lindsay es una patata caliente que nadie quiere tener
en sus manos, por lo que Mitterrand declina toda propiedad legal
sobre él y se la cede al gobierno español. Al fin y al cabo, España
con los falangistas o con los socialistas sería, y es, siempre una
unidad de destino en lo universal.
Mientras tanto, y después del golpe de Milans del
Bosch, aún hay ruido de sables en los cuarteles españoles9.
Por esta razón, el gobierno socialista había tomado dos decisiones:
la primera, entrar a España de cabeza en la OTAN, y la segunda, mantener
informados a todos los militares de todo lo que se cueza en las entresalas del gobierno. Por esta
razón, el Ministro de Cultura, don Javier Solana, había invitado al
Capitán General de la II Región Militar, don Fernando de Merry
Gordon, para informarle de lo que se ocultaba en la caja 666 de la
cámara acorazada del Banco de España.
Afortunadamente, Solana tuvo la feliz idea de que se
sirviese al general una botella de coñac de la que dio buena cuenta,
de modo que al final de la reunión, don Fernando se encontrara
completamente ebrio y no recordara nada de lo que le había hablado
Solana.
Pasan los años y llegan por segunda vez los populares
al poder. En esta ocasión, el líder es un tipo con pinta de
gilipollas, pero que cuando se conoce a fondo resulta ser un
auténtico gilipollas.
Al entrar en la Moncloa es informado, entre otras muchas
cosas, de la existencia del Lindsay.
- ¿Jesús no murió en la Cruz? ¿Y a quién le importa éso? - fue su comentario al conocer el contenido del manuscrito.
El 18 de julio de 2012 un comando del Mosad entra en la
cámara acorazada del Banco de España. Su misión: apoderarse del
Lindsay. Resultado: los cuatro agentes del comando israelí muertos
así como dos guardias civiles del retén de ocho miembros que
custodian la cámara.
Ni una nota de prensa; no hubo quejas por parte del
gobierno de Tel Aviv. Tan sólo Wikileaks habló algo del tema
durante las navidades de aquel año, pero nadie lo tuvo en cuenta y
se tomó por una patraña.
Por último, hay que reseñar que un argentino, Miguel
Recordón Mongiardino, entró en la cámara haciendo udo de la
hipnosis y se llevó el Lindsay ante la mirada somnolienta de sus
guardianes.
Esa misma noche tomó el vuelo 526 de Pan Am, llegando a
Buenos Aires sobre las siete de la mañana. Cogió un taxi y se
presentó, de inmediato, en el despacho del rector de la Universidad
Católica de Buenos Aires.
- ¿Lo traés?
- Claro. Esto, vos tenés la plata ¿no?
- Pero hombre. ¿alguna vez os fallé?
- Será mejor que no conteste a esa pregunta. Por las dudas. Por cierto ¿qué pensás hacer con el Lindsay?
- Ya está todo hablado. La señora Kirchner tené dispuesta una caja en la cámara acorazada del
Banco Central de Argentina, y en ella será guardado,
aunque la propiedad sea nuestra.
- La 666.
- En efecto, pero ¿cómo lo sabés?
- Ni pensés. El Lindsay me ha vuelto mago.
* * *
Desde mediados del siglo I en Jerusalén hasta el día
de hoy en Buenos Aires, una larga historia ha recorrido el Lindsay,
historia que, en varias ocasiones, a punto estuvo de acabar con él.
Si no fue destruido, de seguro que hubo intervención divina para
preservarlo, una intervención que se hizo para salvar un documento
que afirma que Jesús era simplemente un hombre que murió en la
Cruz, y no el Hijo de Dios.
Uno de los mayores sindonistas del mundo, el profesor
Julio Marvizón, logró, por métodos que nunca ha desvelado,
estudiar el Lindsay y fotografiarlo.
Esta es su traducción:
“Fue Nuestro Señor crucificado a los 33 años de
edad. Los que colocamos nuestras marcas debajo de este manuscrito
damos fe de que no murió en la Cruz, sino que tan sólo se hallaba
inconsciente por las torturas sufridas. Lo descendimos como si
hubiese muerto para engañar a los soldados romanos que lo
custodiaban, y con prisa, ya que era la Parasceve. Se le escondió en
una sepultura nueva y cercana al Gólgota, propiedad de José de
Arimatea, y Nicodemo trajo bálsamos y ungüentos para sanar sus
heridas. Al
cabo de un tiempo, Jesús sanó y volvió a caminar. Se despidió de
sus discípulos y marchó con María de Magdala a Egipto, a la tierra
de Gosén10,
donde había transcurrido su infancia con sus padres, María y José.
Al cabo de unos años regresó la Magdalena diciendo que
Jesús había muerto y que había dejado dispuesto que su hermano
Santiago lo enterrase en el otro confín del mundo, para que nunca
fuese hallada su sepultura.
Los que colocamos nuestras marcas debajo de este
manuscrito damos fe de que el cuerpo de Cristo fue recogido de Gosen
y llevado por su hermano Santiago al otro confín del mundo.
Los que colocamos nuestras marcas debajo de este
manuscrito damos fe de que el deseo de nuestro Maestro se cumplió y
fue enterrado como él dijo.
Su último mensaje, según su mujer María de Magdala,
fue el “mandatum divinum”: “Queréos entre vosotros como yo os
quise”.
Ningún milagro, parábola, acción o palabras
atribuidas a Jesús son falsas o se ha exagerado su importancia.
Hombre o no, Nuestro Señor fue Bar-Abbas, el Hijo de
Dios”
Rafael Navarrete Bohórquez
13 de febrero de 2013
Vº Bº
Miguel Recordón Mongiardino
15 de febrero de 2013
Pero Mayo aún coleaba, y llevaba su lucha hasta a sus enemigos. Un importante funcionario del Banco de Francia, Gilles Mauriac,La cultura es lo más importante intrigado por el sigilo que rodeaba la caja de seguridad 666, la abre tomando todo tipo de cautelas y encuentra la filacteria que encierra el Lindsay. La esconde en su gabardina y se la lleva a su casa.
1 Según
una tradición medieval, tras el Pentecostés, los apóstoles se
dispersaron por todo el mundo conocido para llevar el Evangelio a
los gentiles. De la evangelización de Santiago hay varias
versiones. La más extendida dice que evangelizó Gallaecia, tras
atravesar las Columnas de Hércules y bordear la Bética y la
Lusitania.
2
Donato Servitano , San Donato, fue un monje del siglo VI
fundador y abad del monasterio servitano. Fue el primero en
introducir en tierras ibéricas una regla común para todos los
monjes del cenobio, ya que hasta esa fecha los monjes seguían
individualmente las disciplinas que a cada uno le impusiese su
superior eclesiástico.
3
Doctrina del presbítero de Alejandría, Arrio, que expone que Jesús
es Hijo de Dios, pero no Dios Él mismo.
4 Heptarquía anglosajona es el nombre dado al periodo de la historia británica entre 475 y 827, caracterizado por la existencia de un conjunto de siete reinos establecidos por los pueblos anglos, sajones y jutos, que desde el siglo V invadieron la parte meridional de la isla de Gran Bretaña, cuando hacía ya casi 70 años que este territorio había sido abandonado por las legiones romanas. Los siete reinos eran Kent, Wessex, Essex, Northumbria, Estanglia y Mercia..
5 Oliver
Cromwell (1599-1658) es una figura controvertida: sus
admiradores lo citan como un líder fuerte, estabilizador y con
sentido de Estado, que se ganó el respeto internacional, derrocó
la tiranía y promovió la república y la libertad. Sus críticos
le consideran un hipócrita abiertamente ambicioso que traicionó la
causa de la libertad, impuso un sistema de valores puritano y mostró
un escaso respeto hacia las tradiciones del país. Cuando los
monárquicos volvieron al poder, su cadáver
fue
desenterrado, colgado de cadenas y decapitado, y su cabeza expuesta
durante años para escarnio público. Fue el principal
responsable de la muerte de Carlos I de Inglaterra,
6 Desde
la época de Kepler circulaban conjeturas acerca de la existencia de
un planeta perdido dentro del sistema solar. En el siglo XVIII, las
teorías matemáticas de Titius que establecían una proporción
numérica entre las distancias que separan a los distintos planetas
del Sol, difundidas por Bode en 1772, dieron aún más ímpetu a la
búsqueda de dicho planeta.
7 A
pesar de la guerra, el correo con París estuvo abierto en toda
Europa para enviar comunicados científicos; en el caso de
Inglaterra por medio de la Royal Society, que tenía ciertos
derechos especiales de franqueo, de tal forma que la correspondencia
de sus miembros se dirigía directamente a su destino, ya fuese a
algún lugar del país o a Europa, incluida Francia. Así, se podían
enviar mensajes a París donde se centralizaba toda la información
recibida. De este modo, el supuesto espía astrónomo francés,
residente en Inglaterra, podía enviar sin ningún tipo de
problemas, mensajes criptografiados al gobierno revolucionario
francés. Utilizaba los datos astronómicos que tomaba en sus
observaciones del cielo para ocultar en ellos información sobre las
fuerzas inglesas.
8 Compañías
Republicanas de Seguridad. Fuerza de choque de la policía francesa.
9 Hubo
dos intentos de golpes de estado: el primero de ellos fue el 27 de
octubre de 1982. El
plan, con la clave “MN”, posiblemente en relación al Movimiento Nacional,
consistía en preparar varias acciones violentas contra
personalidades progresistas, autonomistas y de izquierdas, para
posteriormente culminar con una gran explosión en un bloque de
viviendas militares de Madrid.
De todo ello se culparía a ETA y
a la ineficacia en la lucha contra el terrorismo, todo lo cual
justificaría la intervención militar.
El golpe se
llevaría a cabo el 27 de octubre, víspera de las elecciones
generales. A cierta hora que no estaba concretada, se ocuparía la
Academia de Artillería de Fuencarral donde se encontraba
Milans del Bosch. Posteriormente se neutralizaría la cadena de
mando ocupando la Capitanía General de
Madrid y el centro de operaciones de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Se
declararía el estado de guerra y 80 comandos se dispondrían en
tres anillos que cercarían la capital, controlando todas las sedes
de poder, como el palacio de la Zarzuela (residencia del rey),
la Moncloa (residencia
gubernamental), los ministerios,TVE, las emisoras de radio... Para todo ello tenían asegurada la
participación de la Unidad de Helicópteros de Colmenar Viejo las
dos Compañías de Operaciones Especiales (COES) de la capital.
Hubo otra conspiración golpista para el 2 de junio de
1985. La conspiración fue auspiciada, presuntamente, por altos
mandos militares. El objetivo era crear un vacío de poder que
facilitase la intervención del ejército en la política española,
produciendo así una involución política.
Para
ello planearon asesinar al entonces Presidente del Gobierno, don Felipe González,
al vicepresidente primero, Alfonzo Guerra,
al ministro de Defensa, Narcís Serra,
a los jefes de la cúpula militar, los almirantes Ángel Liberal y Guillermo Salas y los
tenientes generales José María Sáenz de Tejada y José Santos Peralba. Asimismo, los golpistas planearon acabar con la vida del Rey don
Juan Carlos, de la Reina Sofía y de las infantas Elena y Cristina.
Al acto también asistieron el Presidente del Congreso,
el presidente del Senado,
el presidente del Tribunal Cosntitucional,
el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial,
así como otros miembros del gobierno de Felipe González.
El múltiple magnicidio se llevaría a cabo mediante la explosión
de una o varias bombas situadas bajo la tribuna de autoridades,
durante el desfile militar del Día de las Fuerzas Armadas, que se
celebraría el 2 de junio de 1985 en la ciudad
española de La Coruña.
Los
militares implicados en la conspiración tenían previsto alquilar
un edificio con sótano próximo a la tribuna y horadar un túnel
en el que colocar más de 100 kilos de potentes explosivos. Estos
habrían sido proporcionados por
un empleado de una empresa constructora, pues el uso de material
explosivo procedente de las fuerzas armadas habría delatado la
conspiración militar. Más tarde, ETA, habría sido
culpada del ataque.
10 La
tierra de Gosén es donde tuvo lugar el cautiverio del pueblo judío
en Egipto.
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