domingo, 3 de marzo de 2013

“AURORA DE ESPERANZA”



...Franco, tuya es la hacienda,
la casa,
el caballo
y la pistola.
Mía es la voz antigua de la tierra.
Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo...
Más yo te dejo mudo... ¡mudo!
Y ¿cómo vas a recoger el trigo
Y a alimentar el fuego
si yo me llevo la canción”.

León Felipe
Hay dos Españas” (1942.1946)


- Mira, hijo. En este país había hombres buenos y hombres malos. Un día, los hombres buenos decidieron que había que acabar con los malos, y empezaron una guerra para terminar con ellos. Los hombres malos resultaron ser los buenos, y los buenos demostraron ser muy malos y no perdonaron a nada ni a nadie. Ya van para tres años de guerra, y hoy, los hombres buenos, que resultaron ser tan malos, decidieron que yo, tu padre, era un hombre malo y por éso me van a matar.
- Calla, cabrón, y no adoctrines al niño.
- Lo siento; sólo intentaba explicarle porqué van a fusilar a su padre.
- En la España de Franco fusilamos a quien nos sale de los cojones, hijo de puta. Explícale que eres un rojo de mierda.
- Sólo tiene cinco años.
- No te preocupes. Ya se lo explicaremos nosotros.
- ¿Puedo hablar a solas con mi hijo?.
- Tú no hablas a solas ni con el cura.
Pablo fue fusilado al amanecer delante del muro de la iglesia del pueblo junto con siete compañeros más. El forense dictaminó parada cardíaca como causa de su muerte en el registro judicial de aquel fusilamiento, uno de los muchos que aquel amanecer acaecieron en tantos pueblos y ciudades de aquellas dos Españas enfrentadas.
En febrero del 39, la República poco podía hacer ya, salvo rendirse. La España de Franco iba a ganar la guerra.
Pablo fue fusilado como tantos otros, y su hijo pequeño, de cinco años, nunca pudo entender porqué le quitaron a su padre.
- A tu padre lo fusilaron porque fue militante del P.O.U.M. hasta los sucesos de Mayo del 37. Después de aquello, se afilió al sindicato anarquista, la C.N.T. Cuando las tropas de Franco tomaron el pueblo en febrero del 39, el III año triunfal, lo detuvieron y a los pocos días lo fusilaron. Fue acusado de rebelión y de corromper a la juventud, ya que era el maestro del pueblo. A mí me pelaron a rape y me pasearon por el pueblo. Pasé cinco años en la cárcel y tú fuiste acogido por tus abuelos. El resto ya lo sabes. Vinimos a Madrid y me puse a trabajar en una fábrica de alimentación. Tú estudiaste en la Escuela Nacional del barrio, donde todos los días izábais la bandera y cantábais el “Cara al sol”. Gracias a la ayuda de tus abuelos pudiste entrar en la Universidad, para estudiar Matemáticas, pero te negaron la beca por ser hijo de rojo, y hoy me dices que participas en las revueltas estudiantiles de estos días. Tengo mucho miedo, hijo.
Por boca de Elisa hablaba el miedo, la guerra, el terror de veinte años de dictadura. Su hijo tenía un don especial para los estudios, sobre todo para las matemáticas y la física teórica, y era tan atractivo como su padre.
Elisa hubiera deseado que se marcharan a Francia, un país libre, pero su hijo Pablo deseaba luchar contra Franco. A ella ya no le quedaban fuerzas para oponerse. Se la habían quitado a fuerza de golpes y años de cárcel, y no deseaba ese futuro para su hijo.
En el año 56, el Ministro de Educación Nacional, Don Joaquín Ruiz Jiménez, un demócrata-cristiano, había iniciado una tímida política de apertura en la Universidad española, pero aquello había dado lugar a que muchos estudiantes se manifestaran en la calle contra el régimen del general.
Pablo no se había destacado especialmente, pero sí participó en las algaradas. Hasta ahora, había tenido suerte, pero quién sabía lo que podía pasar. Hacía ya 5º de Matemáticas y de seguro que ese curso se licenciaría.


* * *

- Pablo, podríamos ir al cine a ver “Rebeca”.
- Pues sí. Dicen que está muy bien.
Pablo y Elena eran novios y compañeros de facultad desde hacía tres años. La familia de Elena tenía una desahogada posición económica y no veía con agrado el noviazgo de su hija con Pablo, huérfano de padre en la guerra y no muy de posibles, aunque reconocía los grandes valores que poseía el muchacho.
En aquella España de los años cincuenta no era extraño que hubiera huérfanos de guerra de un bando y otro, pero Pablo era hijo de rojo y éso marcaba. Elena estaba muy enamorada de Pablo, y en éso su madre la entendía perfectamente: Pablo era tan guapo como su padre, muy educado y trabajador. Ayudaba a Elena en sus estudios, ya que estaba dos cursos por encima de ella. Los padres de Elena no podían oponerse a aquel noviazgo, aunque hubiesen preferido un mejor partido para su hija. Además, ¿quién puede saber nunca lo que futuro nos depara?. Quizás Pablo ganara una cátedra universitaria gracias a su esfuerzo y tesón. Pudiera ser que la situación cambiara. ¡Pablo sabía tanto de espacios de Hilbert y superficies de Riemann!. Pero era hijo de rojo, y éso no se perdonaba.

* * *

- El P.O.U.M., ésto es, el Partido Obrero de Unificación Marxista, nació de la fusión entre el Bloque Obrero y Campesino de Joaquín Maurín y la Fracción Comunista Ibérica de Andréu Nin. Era un partido con cierta implantación en Cataluña, antiestalinista, aunque bastante crítico con las posiciones de Trotsky, y que tenía sus propias milicias en el frente de Aragón. En mayo del 37, los obreros de Telefónica se declararon en huelga en Barcelona y la Generalitat mandó al ejército y a la Guardia Civil para volverlos al orden. Desde el primer momento, el P.O.U.M. se puso del lado de los trabajadores y aquello provocó un enfrentamiento armado en las calles de Barcelona entre ellos, por un lado, y los comunistas por otro. El P.S.U.C. aprovechó la situación para exterminarlos. Andréu Nin fue secuestrado por militantes comunistas y ejecutado por agentes de la III Internacional.
Pablo oía las explicaciones de su amigo Joaquín, un estudiante de 4º de Derecho muy leído, que le explicaba, de algún modo, quién era y de dónde venía.
- La C.N.T. y la F.A.I. eran muy fuertes desde su creación a finales del siglo pasado. En la guerra civil disponían de sus propias milicias, de centenares de locales repartidos por toda la España republicana y cientos de miles de afiliados, muchos más que el sindicato socialista U.G.T.
Dicen que muchos de los antiguos militantes anarco-sindicalistas colaboran ahora con el sindicato vertical de Franco. Pudiera ser. Que tu padre pasara de las filas del P.O.U.M. a las de la C.N.T. después de los sucesos de mayo fue la evolución lógica de muchos militantes de izquierda en aquellos años. Además, con sus antecedentes, nunca lo hubieran admitido en el P.C.E. ni en el P.S.O.E.

* * *

El padre de Pablo estaba enterrado en una fosa común el algún lugar de Aragón. Nunca pudo Elisa arreglar su lápida ni colocar flores en un jarrón los primeros de noviembre. Los rojos no usaban sombrero ni podían descansar en paz en la España de Franco, pero sus hijos podían estudiar en la Universidad si alguien los ayudaba y no se metían en líos, siempre y cuando no olvidasen lo que eran.
Los padres de Elisa, Jaime y Beatriz, ayudaron todo cuanto pudieron a su hija. A su edad vivían de las rentas que obtenían de las tierras que poseían en Fraga, su pueblo natal, tierras que fueron colectivizadas por la C.N.T. durante la guerra.
Jaime perteneció a la C.E.D.A. de Gil Robles en la República, pero al terminar la contienda se alejó de todo lo que significara política y se dedicó a incrementar su patrimonio para ayudar a su hija viuda y a su nieto huérfano. Seguramente veía demasiada crueldad en aquella victoria y, de alguna manera, quería suavizarla.
Beatriz era la típica abuela: cariñosa, educada, generosa en regalos de Reyes y cumpleaños, narradora de cuentos por la noche, amiga de helados y chucherías...
Cada 29 de Junio, día de San Pablo, Beatriz llevaba a Pablo, aparte de la obligada tarta, unos espléndidos regalos: balones de reglamento, patines, libros de la colección Historias de la Editorial Bruguera. En ellos, Pablo leyó a Julio Verne, Mark Twain, Emilio Salgari...
Su abuelo Jaime le abrió el día de su Primera Comunión una cartilla de ahorros en la que todos los meses le ingresaba 25 pesetas. Con aquellos ahorros pudo costearse sus estudios universitarios, pero nunca pudo comprarse un padre.
El fantasma de su padre asesinado en la guerra pesaba sobre él como una losa, y su alma clamaba venganza sin saber cómo ejecutarla. Algo olía a podrido a Madrid, como le ocurría al dubitativo Hamlet. Tan sólo deseaba que Elena no enloqueciera ni su cadáver apareciera flotando en el Manzanares.
La España de Franco era digna heredera del más de medio millón de muertos que cayeron en la guerra. Madrid era una ciudad de un millón de cadáveres, en frase de un poeta, y España sufría la enorme vergüenza de haber matado a Federico, otro poeta. Entre uno y otro podríamos decir que la poesía o, al menos, cierta poesía no casaba bien con aquella España.
Pero de nuevo llegaron vientos de Africa: en Ifni, los marroquíes habían empezado a atacar territorio español. Se mandó desde la Península primero a los paracaidistas y después a Carmen Sevilla para que los entretuviera. Todo fue en vano. La gloriosa España de Franco perdió su territorio africano frente al reino de Marruecos. ¡Que gran hazaña!. Carmen Sevilla fue nuestra Marilyn del Africa, y los paracas nuestros gloriosos boinas verdes. Pero de ésto no se pudo hablar en absoluto en la España que dirigía el pequeño general. Era materia reservada y tan sólo se podían publicar las noticias que el Ministerio de Información y Turismo daba por válidas. Ni una palabra de los gloriosos caídos en combate por Dios y por España. Y cayeron muchos. A todos ellos se les enterró de tapadillo, en ataúdes sin lujos y en tumbas casi anónimas. Entre ellos estaba un compañero de facultad de Pablo al que el glorioso ejército español mandó a Sidi Ifni, como a tantos otros, décadas anteriores, al Rif.
Esteban, pues ése era su nombre, fue degollado mientas vigilaba con un viejo Cetme los Saetas de la base aérea de Sidi Ifni por un campesino rifeño de Txauen al que su rey le puso un uniforme. No había nada personal entre ellos. Tan sólo el deseo de sus dueños de conservar o aumentar sus posesiones.
Carmen Sevilla era la Carmen de España, y no la de Merimée, pero aquel muchacho pagó con su vida por toda la miseria de su patria e incluso se le negó una sepultura digna, pero al menos su familia le podría poner flores los primeros de noviembre, aunque fuese vigilados por la Brigada Político-Social. Pablo ni éso podía hacer por su padre.

* * *

- Es muy fácil. Hay que matar a Franco. Le pegamos un tiro con un rifle de precisión y ya está.
Joaquín estaba pletórico, y trataba de transmitir su entusiasmo a Pablo.
- ¡Claro!. ¡Así de fácil!. Y después nos fusilan sin juicio previo, naturalmente.
- No, hombre. Franco, como todo dictador, es muy dado a tomar baños de multitudes. Descontemos la Plaza de Oriente y su balcón, por razones de seguridad. Nunca lograríamos introducir un rifle allí. Pero piensa en un trayecto desde El Pardo hasta la Carrera de San Jerónimo para inaugurar las Cortes. El sapo impío e iscariote irá sentado en su Rolls, gordo como un cerdo, saludando a sus españolitos de a pie. Entonces, nosotros, apostados en una azotea de una casa del trayecto le metemos un tiro entre ceja y ceja y huimos tranquilamente.
- Huimos tranquilamente a Francia, claro. ¡Tú estás loco!.
- No, Pablo. Mi plan es posible y debe ser realizado. Franco debe morir, y tú y yo lo mataremos.
- Pero, ¿dónde conseguiremos el rifle?.
- Eso no es problema. Yo tengo uno, de caza mayor, de mi padre. Y ése será el que usaremos.


* * *

Elena sentía miedo. Sentía miedo por Pablo. Sabía que algo pasaba y que algo aún peor iba a suceder, a pesar de que Pablo había acabado brillantemente su licenciatura el curso anterior y preparaba ya su doctorado sobre espacios de Hilbert. Todo parecía ir bien, pero algo fallaba. Pablo estaba siempre como ausente, distraído, preocupado. Y no era por su futuro laboral o su doctorado, sino por algo más profundo.
- Pablo, ¿qué te ocurre?.
- Nada, bonita. ¿Porqué va a ocurrirme algo?.
- No lo sé, pero te noto extraño.
- Figuraciones tuyas. Toma, te he comprado estos libros.
Elena abrió el paquete que le ofrecía su novio y se encontró en "El Jarama" de Rafael Sánchez Ferlosio y "Bonjour, tristesse" de Françoise Sagan.
- Pablo, eres un cielo. Estaba deseando leer los dos. Me han hablado muy bien de ellos.
- Pues ya los tienes. Espero que te gusten.
- Seguro que sí – Elena se arrimó a él y le susurró al oído toda una declaración – Te quiero.

* * *

- Padre, quisiera confesarme.
- Dime, hijo. ¿De qué te acusas?.
- Voy a cometer un pecado horrible; el peor de todos. Voy a matar a un hombre.
- ¿Cómo?.
- Tengo que matarlo, y quiero confesión.
- Pero ¿cómo te vas a confesar de un pecado que todavía no has cometido?.
- Porque debo hacerlo. Franco no puede vivir.
- ¿Franco?.
- Sí. Voy a matarlo.
- Pero tú estás loco.
- No, padre. No estoy loco. Tengo que matar a Franco para que este país pueda vivir en paz.
- Pero hijo mío; Franco es el hombre que ha traído la paz a España.
- Sí, la paz de los cementerios; la paz callada y lúgubre del camposanto que celebra todos los años la victoria sobre sus enemigos.
- No, hijo. Tú no conociste la República y sus desórdenes. Gracias a Franco, España se salvó de la barbarie roja y jóvenes como tú podéis vivir en paz.
- No lo veo así. Mi padre fue fusilado sin compasión al final de la guerra por haber defendido a los desposeídos, a los pobres, como manda Jesús.
- Mira, hijo. En todas las guerras se cometen errores, y seguro que la muerte de tu padre lo fue. Pero mira la España de hoy, un país en paz, que crece, que cada día es más fuerte y donde los jóvenes como tú sois educados en los valores cristianos de Occidente.
- Padre, se lo pido por Dios; perdone el pecado que tengo que cometer.


* * *

- Pero bueno, ¡tú estás loco!. ¡Confesarle a un cura que vas a matar a Franco!. ¿Qué quieres?. ¿Que nos detengan?.
- Tranquilízate, Joaquín. No pasará nada. El padre debe guardar el secreto de confesión.
- El secreto de confesión se lo pasa el cabrón de tu cura por los cojones, imbécil. ¿Tú sabes lo que significa matar a Franco?. ¿Matar a un asesino iluminado que entra en las iglesias bajo palio como si fuese el Santísimo?. Tú y yo solitos vamos a acabar la obra del Valle de los Caídos. Eso si no nos fusilan antes, claro.“AURORA DE ESPERANZA”
- Que no, Joaquín. El padre Damián no dirá nada.
- ¿Cómo que el padre Damián?. ¿Pero es que te conoce?.
- Claro; es el párroco de mi barrio.
- ¡Dios mío!. Hay que salir de España y rápido. Venga, prepárate. No vayas a tu casa. Manda a Elena que te recoja lo más indispensable y huimos a Francia.


* * *


- ... Fejér demostró, en 1903, que pueden usarse series de Fourier divergentes considerando en lugar de la sucesión de sumas parciales {sn}, la de medias aritméticas {n}, donde
s0(x) + s1(x) + … + sn-1(x)
­­­­­­­­­ n(x) = ----------------------------------
n
Pero dejaremos aquí la exposición para continuar mañana, en que veremos el lema de Riemann-Lebesgue. Hasta mañana.
Pablo recogió sus notas y las metió en su cartera. Miró la hora: "C'est midi". Le resultaba extraño que aquel grupo de estudiantes le pidiese que les explicara series de Fourier en la Sorbona ocupada. "Bourguois, tu n'as rien compris", rezaba una pintada en el aula donde enseñaba a sus alumnos como el gran Fourier descubrió que se puede descomponer una función de variable real en una suma infinita de senos y cosenos.
Hacía ya doce años que tuvo que exiliarse a la France, la terre de la egalité, la liberté, la fraternité... y ahora se veía metido de lleno en aquel festivo fregado del 68 como españolito de izquierdas que era. El general Franco en España y, sobre todo, el general De Gaulle en Francia, se veían amenazados. Pablo, y toda Europa, habían pasado de la revuelta anticomunista húngara del 56 a la primavera de Praga del 68, en la que Dûbcek pedía un socialismo de rostro humano. Y los Beatles nos decían: "All you need is love" en una grabación emitida en directo a todo el mundo.
L'imagination au pouvoir" era la consigna de los estudiantes franceses, y los obreros los habían seguido en la revuelta. Pablo leía la prensa asombrado: Diez millones de trabajadores en huelga. Gréve, gréve, gréve por todos lados. Las Compañías Republicanas de Seguridad, los C.R.S., no podían ni sabían poner freno a la situación. Y Pablo enseñaba mientras tanto series de Fourier a un grupo de gauchistes en la Sorbona obrera de la que era profesor titular desde el 61.
En medio de toda aquella algarada, Godard rodaba la revolución en las calles, y en España Gracita Morales y López Vázquez hacían reír al españolito de a pie.
"Bourguois, tu n'as rien compris"; no había más remedio que estar de acuerdo con la consabida frase.
Pablo recordó a Elena, su antigua novia de la España de los 50. Cuando huyó de su país por el incidente del cura, Elena quiso seguirle, pero sus padres fueron inflexibles. No iría a Francia tras su novio perseguido. En el verano del 58, Elena pasó unos meses con él, en su pequeño cuarto del Barrio Latino. Decidieron de mutuo acuerdo la ruptura; no tenía sentido seguir así. Pablo no podría volver nunca. El Tribunal de Orden Público le pidió 30 años de cárcel por intento de magnicidio.
Joaquín corrió igual suerte, pero en la Italia de la Democracia Cristiana, en la Italia de los Rossellini, Visconti, Fellini... Se dedicó a escribir guiones de cine y, de vez en vez, Pablo lo visitaba en Roma, donde disponía de un despacho en los estudios Cinecittá, cercano al de Fellini. El exilio español daba sus frutos, y Pablo los recogía; no sólo por el hecho de ser profesor en la Sorbona, sino por ver a Francia envuelta en una revolución en cuya génesis algo tuvo que ver. Los republicanos españoles fueron de los primeros en entrar en el París liberado en 1945, y los exiliados españoles habían tenido bastante que ver en el estado general de agitación que asolaba toda Francia. Al menos, la mayoría habían aportado su granito de arena a la maquinaria para que ésta parara.
El 7 de mayo, más de 30.000 estudiantes se enfrentaron a los C.R.S. por las calles de París. Hubo unos mil heridos y Pablo fue unos de ellos. Una bala de goma de un C.R.S. (C.R.S., tu est un SS et un SA) le impactó en un brazo y le dejó un buen moretón de recuerdo. A los pocos días estaba de nuevo en las calles con el brazo dolorido. Pero el movimiento de mayo estaba herido de muerte desde sus comienzos. Casi como la guerra de los republicanos españoles contra los militares sublevados. Los obreros aceptaron las ofertas de los sindicatos y volvieron al redil. Los estudiantes se encontraron solos, y ellos no podían cambiar la Historia. El mensaje del general De Gaulle fue claro: o la normalidad volvía a las calles o sacarían los tanques a las mismas.
El 22 de agosto los tanques del Pacto de Varsovia entraron en las calles de Praga. "The dream is over", dijo Lennon.
España, en cambio, dormía desde el 39. Allí no había que despertar de nada. Treinta años de sueños bajo un cielo azul de toros, peinetas y claveles rojos y gualdas. Además, en pleno mayo francés, Massiel, después del escándalo de ese rojazo maricón del Serrat, ganó el prestigioso Festival de Eurovisión. España no estaría en el Mercado Común, pero el Dúo Dinámico arrasaba con su "La, La, La" en toda la Europa de las decadentes democracias.
Pablo pensó que habría pasado si hubiese podido matar a Franco. ¿Sería otra su patria, o sería otro él?. No lo sabía, no podía saberlo. Ahora era un apátrida perdedor, como quizás lo fue también su padre, al que se le negó hasta una sepultura digna.
Elisa murió aquel 68, en noviembre. Pablo no pudo asistir a su entierro y lloró, lloró amargamente la solitaria muerte de su madre. Con noviembre llegan a París los primeros fríos del invierno. Pablo había estado toda la tarde en su casa oyendo un disco de la Piquer.
"Duérmete, mi lunita, sol de los soles,
y te haré una cunita de caracoles.
Duérmete, gitanito de mis entrañas
Que eres tú más bonito que el Rey de España"
Era la "Nana Vidalita" que su padre le cantaba cuando era niño todas las noches para que se durmiera. Resultaba curioso que a la muerte de su madre recordara con cariño la nana que le cantaba su padre. La verdad es que Elisa nunca supo cantar y su padre, en cambio, siempre tuvo muy buena voz.
Cogió su pelliza y las llaves del apartamento y salió a la calle. Fué a parar a un vecino bistrot de su barrio, el Barrio Latino, y pidió una botella de coñac. Se tomó tres copas seguidas y entonces comprendió. Llamó al garçon, le pidió que guardara la botella en una bolsa y pagó su cuenta. Salió a la calle sintiendo el frío aire novembrino en el rostro. 1936, 1956, 1968 no importaban, ni todas las fechas que vinieran después. Pablo sacó la botella y sintió el ardor del coñac en su interior. Estaba borracho y sonrió: una guapa muchacha le miraba y él la invitó a compartir el trago. "Oui, chéri", dijo la chica y le mandó un beso con los dedos índice y corazón de su mano izquierda, "A gauche, toujours a gauche". Era Juliette, una de sus alumnas. Estaba preciosa, con su pelo rubio corto y sus pequeños pechos apuntando al cielo, pechos que quedaban enmarcados en una cazadora de cuero negro que llevaba abierta hasta su cintura, su estremecedora cintura. Recordaba extraordinariamente a la Jean Seberg del "A bout de souffle", y así era como se sentía Pablo viéndola, sin aliento. Se conocieron con aquellas series de Fourier que Pablo explicaba en la Sorbona ocupada de aquel ya tan lejano mes de mayo, y justo con la derrota del movimiento iniciaron una tórrida relación: el profesor y la alumna; el español y la francesita; el hombre maduro y la jovencita experta en tantas artes. Pablo era experto en derrotas, y Juliette sabía convertirlas en victorias. ¡Pablo reía tanto con ella!.
"¡Ay, corazón!, que bonita es mi novia.
¡Ay, corazón! Asomá a la ventana"

Pablo canturreaba esta copla mientras Juliette se le acercaba. "Ce sont fous ces spagnols, mais, moi, je t'aime beaucoup, Paul". Pablo la besó en la mejilla y le ofreció la botella, y Juliette bebió un sorbo que la hizo estremecerse contra él. Pablo sintió el fuego de la vida en su interior. Era como una aurora de esperanza.
- ¿Sabes, Juliette?. El mundo pertenece y ha pertenecido siempre a los optimistas.
- ¿Quoi?.- respondió Juliette, que no tenía ni idea de español.
- Rien, ma petite. Je suis devenu fou, mais je suis fou de la joie de vivre.
Juliette, con su aspecto de linda francesita, le besó. Pablo rodeó con su brazo la cintura de su alumna y caminaron abrazados por la amplia acera del boulevard de Saint Germain. Posiblemente, aquello era el inicio de una larga amistad.

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